martes, 27 de agosto de 2013

¿Educación de calidad o Aprendizajes de Calidad?

5 Propuestas Frente a los Resultados de la Prueba INICIA 2012



            Con voz grave y evidente preocupación, la Ministra de Educación Carolina Schmidt entregaba el día de ayer [1] los resultados de la prueba INICIA (evaluación voluntaria para jóvenes egresados de pedagogías del país). Es claro, y la estadística así lo ratifica, los resultados no son buenos. Pero más allá de lo cuantitativo de la prueba, lo verdaderamente importante es lo cualitativo, qué ocurrió o no en las aulas donde se formaron los profesores del mañana.

            Con una mirada optimista, y entendiendo que aprendizajes de calidad entregados por profesores idóneos son un verdadero motor de movilización social, deseo proponer algunos puntos de reflexión conceptual respecto de la formación docente en Chile.

            1º No existe la “vocación docente” en el sentido más estricto de la etimología. Pues vocación, del latín vocare (llamar), tiene una relación con lo místico y religioso, y se supone necesariamente que hay alguien quien llama, y por lo mismo, alguien quien escucha. Entonces, siguiendo esta lógica ¿Quién llama al futuro profesor? y ¿Por qué medio escucha esta llamada?

            Considero, junto a Santos Guerra (2008), que el profesor se hace, y se hace con una formación auténtica, tanto teórica como práctica. Preguntas que nacen necesariamente de esta declaración son ¿Será necesario reestructurar las mallas curriculares de las pedagogías en Chile? Los estudiantes de pedagogía ¿Aprenderán efectivamente o estudiarán sólo para aprobar? ¿Será necesario certificar aprendizajes en estudiantes de pedagogía de forma anual como requisito para ingresar al siguiente año? ¿Será necesario dar un carácter de obligatoriedad a la prueba INICIA como requisito sine qua non para postular al título docente?

            La formación inicial docente debe ser rica en aprendizajes que los futuros profesores puedan llevar a la práctica. La metodología, la didáctica, la articulación de aprendizajes deben ser significativos. No podemos esperar que un profesor se forme como docente a partir del primer día de titulado, el proceso de “ser profesor” debe comenzar tan temprano como el ingreso a primer año de pedagogía. No podemos dejar a la buena voluntad de cada uno la formación en la praxis intramuros, es una responsabilidad de las universidades y deben asumirla al igual que asumen estudiantes de pedagogía desde el propedéutico.

            2º Aprender para aprender a enseñar. Es parte del error colectivo, en el ámbito educativo, pensar que lo importante es pasar (los ramos, de curso, de nivel). ¿Cuándo hemos escuchado a un padre o madre preguntar a su hijo si aprendió en tal o cual asignatura en el colegio? Muy rara vez.  Pero por el contrario, es muy común que padres y madres pregunten a sus hijos ¿Pasaste la prueba? ¿Aprobaste?

            En el espacio universitario ocurre algo parecido, con la diferencia que las consecuencias son aún más graves. Un estudiante de pedagogía que estudia para pasar o aprobar, no sólo pone en riesgo sus competencias duras respecto del conocimiento de los contenidos que debe manejar, sino que peor aún, está capitalizando el fracaso de muchos estudiantes que le serán encomendados durante sus años de servicio como docente.

            Es esencial que los estudiantes de pedagogía capitalicen contenidos de forma consciente y adquieran el saber disciplinar de forma seria. Del mismo modo, es imperativo, que se les enseñe a enseñar, interpretar y transmitir esos contenidos, y más importante aún, que puedan lograr despertar el deseo de aprender en sus futuros estudiantes.

            3º Repetitio mater studiorum est. El viejo refrán latino: la repetición es la madre del estudio, se puede aplicar eficazmente a la necesidad de practicar y simular salas de clase en la universidad. Los pilotos de vuelos comerciales deben, por ley, practicar miles de horas de vuelo en simuladores antes de pilotear un avión. De esta repetición dependerá su experticia en el arte de volar, y por lo mismo, estará salvaguardando no sólo la vida de cientos de pasajeros sino que también la suya.

            De igual forma, se hace necesario que los estudiantes de pedagogía practiquen desde el primer año el arte de enseñar.  No basta con enviar a los jóvenes estudiantes a “observar clases” de manera progresiva en escuelas y colegios. Tampoco es bueno esperar hasta el último año de estudio pedagógico para enfrentarlos al “aprender haciendo”.  Es urgente y muy necesario, que las universidades simulen salones de clase en recintos universitarios y que los futuros profesores se vean expuestos a lo que significa, en toda la extensión de la palabra, hacer clases o mejor dicho a “enseñar a aprender”.   Y al igual que el piloto, el profesor bien formado es beneficioso para los alumnos que enseña y para sí mismo, pues crece como persona y como profesional, es una herramienta de movilidad social y con su acción genera conocimiento; en cambio, el que no simuló, corre el riesgo cierto de desplomar su avión, y evidentemente, no habrá muertes físicas, pero sí habrá pérdida de tiempo, disgusto por la asignatura, desencanto, fracaso escolar... en resumen: muerte al saber.

            4º El currículum oculto en la formación inicial docente. Si bien es cierto, la prueba INICIA evalúa contenidos en profesores recién egresados de la educación superior, no podemos desconocer, que variables tales como: actitudes, expectativas, creencias, prácticas y normas que se instalan de forma consciente o inconsciente en las estructuras y el funcionamiento de las instituciones y en el establecimiento y desarrollo de la cultura hegemónica de las mismas influyen poderosamente en este nuevo profesional.  Esta formación, presentada a veces de forma concreta y declarada, y otras de forma solapada y subliminal, y que se extiende durante toda la formación universitaria, se ve necesariamente reflejada en los resultados obtenidos en la evaluación.

Por lo antes dicho, es lícito preguntarse por la evaluación de lo que va más allá de la formación curricular de cada nuevo docente. Porque ¿Quién evalúa el conjunto de normas, creencias y prácticas que rigen las pedagogías? ¿Cómo se evalúa las creencias y el lenguaje que marcan el perfil del futuro profesional de la educación? Y si son evaluadas estas variables ¿Son socializados estos resultados o surten algún efecto en beneficio de los aprendizajes de los futuros docentes?

            Vale la pena evaluar no sólo curricularmente, también es necesario dar énfasis a los paradigmas valóricos que debe enseñar y transmitir el profesor por antonomasia, y afirmar con Paulo Freire que la educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor.

            5º Evaluar la cadena completa.  La gran mayoría de las universidades evalúa sólo el último eslabón de la cadena: el alumno. Algunas instituciones de educación superior podrán defenderse diciendo que sí evalúan a sus docentes, pero ¿Qué impacto tienen esas evaluaciones? ¿Son formativas o sólo pretenden regular la continuidad de un profesor en la institución? Podemos ir más allá y preguntarnos apoyados en la mentalidad mercantilista que rige a muchas instituciones de educación superior ¿Qué sucede si el futuro docente no aprende por culpa de las políticas propias de la universidad? ¿Quién evalúa a la universidad? ¿Quién evalúa al rector, a los decanos, a los jefe de carrera?  Es urgente, principalmente después de observar los presentes resultados de la prueba INICIA y la fuerza del movimiento estudiantil en Chile, que se evalúe el contexto y todo lo que circunda la formación del futuro profesor.

            Los resultados en la prueba INICIA evalúan también, de cierto modo, los protocolos y el actuar de las instituciones.  Evaluar al nuevo docente significa también conocer el modus operandi de la universidad y su responsabilización respecto del nuevo profesional que está enviando a las escuelas. La universidad debe ser también evaluada y el contexto y actores que comprenden el currículum oculto de las mallas curriculares de pedagogía también.
           
Finalmente, se hace necesario que también sea evaluado el Estado, quien es garante de la educación y de los aprendizajes de los futuros profesores y de los niños de nuestra patria.  ¿Cómo se comprende que la gran mayoría de ministros de educación de Chile no han sido profesores desde el retorno a la democracia? ¿Cómo se entiende que las leyes educativas las gestionen políticos que no son educadores?

Muchos han gritado por las calles: ¡Educación de calidad! muchas veces sin siquiera entender qué es calidad. Hoy, y desde la vereda docente, presento estos cinco puntos de reflexión, teniendo en cuenta que lo realmente importante son los aprendizajes de los futuros docentes, la responsabilización de todos quienes están involucrados en su formación y los aprendizaje de calidad de los niños de Chile.

http://www.evaluacioninicia.cl/index2.php?id_contenido=25536&id_portal=79&id_seccion=4226



[1] Jueves 22 de Agosto de 2013.