domingo, 16 de enero de 2011

El Valor de la Palabra Empeñada

Desde la antigüedad, los caballeros han usado el apretarse las manos para firmar un compromiso. Así, el darse la mano, ha significado por cientos de años ser signo de: transparencia en lo conversado, compromiso con lo prometido, fidelidad a las palabras empeñadas, etc.

Quien da la mano, después de una conversación sin contrato en papel, firma de forma indeleble un compromiso contractual de honor, mostrando con este gesto que se compromete a cumplir lo expresado con sus palabras.

Es importante mencionar, que aunque uno se obliga bajo el honor de la palabra dada, nadie está obligado a lo imposible. Es por esto que uno debe ser muy honesto consigo mismo y con los demás y no meterse en camisas de once varas o como lo decía el doctor Angélico: nemo dat quod non habet (nadie da lo que no tiene).

El honor, que distingue a caballeros y a damas, va siempre de la mano de la recta intención; que no es otra cosa que actuar con transparencia y sinceridad. La filosofía Aristotélico-Tomista habla del intelecto iluminado por la recta razón, donde la verdad en sí misma (acto puro) se hace vida en el actuar del hombre. A su vez, la voluntad es orientada por este intelecto, guiando su actuar hacia el bien superior.

Si aplicamos estos parámetros a la vida estudiantil, veremos que no siempre se cumple con la palabra empeñada. Y no sólo en la sala de clases, sino que también a nivel ministerial. Cuántas veces hemos escuchado promesas de distinto tipo, pero al final se desvanecen como sal en el agua.

Muchos jóvenes se comprometen a estudiar, pero no son capaces de ser fieles a sus propias promesas. El nintendo wii, play station, chat rooms, etc., ganan por sobre sus palabras. Sus voluntades son débiles, pues aunque tienen la recta intención de estudiar, sus voluntades mal formadas no les permiten cumplir con lo que han prometido. He visto muchos niños, jóvenes universitarios, incluso estudiantes de magistraturas, que tienen la intención de salir adelante con la empresa académica que iniciaron, pero su voluntad mal formada no les permite terminar sus estudios. Son miles los estudiantes que han iniciado una magistratura y que jamás presentaron la investigación final y menos la defendieron.

Ser fiel a la palabra que damos a otros o a nosotros mismos es esencial en el éxito de las empresas que emprendamos, principalmente si hablamos de calidad educacional. Muchos se han comprometido a dar lo mejor dentro y fuera de las aulas, pero al final del día, sus palabras se han ido con el viento y sus resultados han sido terríbles. Así se han truncado muchas generaciones de estudiantes. Se les ha prometido calidad, pero no se les cumplió.

Esperemos que este año lectivo 2011 traiga compromisos ciertos y fieles a las palabras empeñadas tanto por el Gobierno, por el Mineduc y por los actores de las Comunidades Educativas del País. La educación de niños y jóvenes chilenos pasa necesariamente por el cumplimiento de la pabrara empeñada.

Un saludo a todos y feliz año lectivo 2011.

1 comentario:

  1. El Valor de la palabra empeñada se ha convertido en una Utopia. Dado asi que muchos futuros han cambiado por el no cumplimiento de este compromiso. La falta de Valores Civicos, morales, patrios entre otros han dado al traste con este compromiso casi sagrado. La pregunta es que hacer? En quienes podremos confiar al momento de recibir la palabra empeñada como compromiso?. Es importante que tratemos de recuperar este valor tan significativo y de tanta valia y necesidad en nuestros tiempos actuales. Luigi Pastrano, 24/12/2014

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