Este viernes 27, se cumplen 6 meses desde el megaterremoto, sismo de 8.8 grados de magnitud en la Escala de Richter, que afectó a una parte significativa de Chile.
El terremoto sacudió con tal fuerza, que no sólo destruyó viviendas y edificios públicos, sino que también tiró por tierra 321 escuelas (derrumbadas totalmente y/o con daños severos), afectando a 168.279 estudiantes (CPCE-UDP, 2010).
Según los datos del catastro efectuado por el MINEDUC, 321 colegios resultaron totalmente destruidos y 4.546 con daños moderados a nivel nación, daños que ascienden a Us$ 1,600 (millones de dólares). Tristemente, según el informe del Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE), dependiente de la Universidad Diego Portales, gran parte de las escuelas destruidas por el terremoto son municipalizadas o particulares subvencionadas. Otro dato interesante y triste, es que la mayoría de estas escuelas atiende a estudiantes altamente vulnerables según la definición de la Ley SEP (subvención especial preferencial). La Ley SEP atiende a alumnos de niveles socio-económicos bajos o medio bajos y, por ende, alumnos prioritarios y con bajo desempeño en las pruebas externas aplicadas en el país, principalmente en el SIMCE. Siguiendo esta última idea, la investigación también indica que muchos de los establecimientos destruidos por el terremoto alcanzan sólo los niveles iniciales en el SIMCE.
En la Región del Maule, fueron varios los establecimientos que cayeron producto del terremoto, entre ellos liceos emblemáticos como el Liceo Abate Molina, Liceo Marta Donoso, Escuela 13, Colegio Monseñor Manuel Larraín, entre otros.
Si es cierto que muchos colegios cayeron, más cierto aún ha sido la generosidad de otros establecimientos. Esto último se verificó al menos en 2 colegios de Talca y de San Javier respectivamente. El Colegio San Antonio de Talca acogió al Colegio Monseñor Manuel Larraín y el Instituto Regional del Maule de San Javier acogió al Colegio Amanecer, de la misma ciudad. Estos actos de suma generosidad y de caridad social son los que necesitamos en la educación chilena.
He escogido las palabras "ut unum sint" (para que sean uno) palabras del Maestro de maestros, para mostrar que la unidad es imprescindible en educación. A veces, responsabilizamos sólo a profesores o sólo a los estudiantes de los resultados escolares, pero no vemos que los "verdaderos aprendizajes" van unidos a un trabajo compartido y socializado.
En la praxis del día a día, cuatro son los actores que influyen ciertamente en un proceso de educación efectivo:
1º Un buen Equipo Directivo, el que esté liderado por un Plan claro y por líderes reconocidos por toda la Comunidad Educativa. Liderazgo es sinónimo de confianza en las capacidades y destrezas de quien guía un Plan Educativo claro y con objetivos estratégicos reales y aplicables en la comunidad educativa.
2º Profesores bien preparados. Que los docentes tengan una formación inicial de calidad y que ojalá se perfeccionen constantemente. Es relevante mencionar, que los profesores deben perfeccionarse en sus áreas o subsectores, esto ampliará su espectro metodológico y facilitará la didáctica en el aula.
3º Alumnos que actúen como alumnos. Estudiantes que estudien, que conozcan y apliquen métodos de estudio, que sean disciplinados en el aula y que respeten a quienes los guían académicamente en el aula. Estudiantes preparados para el futuro, pero viviendo de forma seria y responsable su presente académico.
4º Padres comprometidos. Los padres deben "acompañar" a sus hijos en su proceso estudiantil. Esto no significa que los padres deban enseñar a sus hijos, responsabilidad directa de docentes, pero sí se entiende que los padres y/o apoderados deben apoyar, guiar, reforzar social y culturalmente a sus hijos desde el hogar. Un alumno que cuenta con el apoyo de sus padres, es un alumno que sorteará cualquier obstáculo académico.
Los expertos en políticas públicas (Cox, García-Huidobro, Donoso et al), los principales modelos de gestión educativa (SACGE, F. Chile, etc.) refuerzan los párrafos anteriores. Comunidad que actúa unida, aprende y progresa en calidad y efectividad.
Para que sean uno en el seno de la familia... Para que sean uno al interior de la escuela... Para que sean uno en las políticas educacionales de Chile.
Ut unum sint!
El terremoto sacudió con tal fuerza, que no sólo destruyó viviendas y edificios públicos, sino que también tiró por tierra 321 escuelas (derrumbadas totalmente y/o con daños severos), afectando a 168.279 estudiantes (CPCE-UDP, 2010).
Según los datos del catastro efectuado por el MINEDUC, 321 colegios resultaron totalmente destruidos y 4.546 con daños moderados a nivel nación, daños que ascienden a Us$ 1,600 (millones de dólares). Tristemente, según el informe del Centro de Políticas Comparadas de Educación (CPCE), dependiente de la Universidad Diego Portales, gran parte de las escuelas destruidas por el terremoto son municipalizadas o particulares subvencionadas. Otro dato interesante y triste, es que la mayoría de estas escuelas atiende a estudiantes altamente vulnerables según la definición de la Ley SEP (subvención especial preferencial). La Ley SEP atiende a alumnos de niveles socio-económicos bajos o medio bajos y, por ende, alumnos prioritarios y con bajo desempeño en las pruebas externas aplicadas en el país, principalmente en el SIMCE. Siguiendo esta última idea, la investigación también indica que muchos de los establecimientos destruidos por el terremoto alcanzan sólo los niveles iniciales en el SIMCE.
En la Región del Maule, fueron varios los establecimientos que cayeron producto del terremoto, entre ellos liceos emblemáticos como el Liceo Abate Molina, Liceo Marta Donoso, Escuela 13, Colegio Monseñor Manuel Larraín, entre otros.
Si es cierto que muchos colegios cayeron, más cierto aún ha sido la generosidad de otros establecimientos. Esto último se verificó al menos en 2 colegios de Talca y de San Javier respectivamente. El Colegio San Antonio de Talca acogió al Colegio Monseñor Manuel Larraín y el Instituto Regional del Maule de San Javier acogió al Colegio Amanecer, de la misma ciudad. Estos actos de suma generosidad y de caridad social son los que necesitamos en la educación chilena.
He escogido las palabras "ut unum sint" (para que sean uno) palabras del Maestro de maestros, para mostrar que la unidad es imprescindible en educación. A veces, responsabilizamos sólo a profesores o sólo a los estudiantes de los resultados escolares, pero no vemos que los "verdaderos aprendizajes" van unidos a un trabajo compartido y socializado.
En la praxis del día a día, cuatro son los actores que influyen ciertamente en un proceso de educación efectivo:
1º Un buen Equipo Directivo, el que esté liderado por un Plan claro y por líderes reconocidos por toda la Comunidad Educativa. Liderazgo es sinónimo de confianza en las capacidades y destrezas de quien guía un Plan Educativo claro y con objetivos estratégicos reales y aplicables en la comunidad educativa.
2º Profesores bien preparados. Que los docentes tengan una formación inicial de calidad y que ojalá se perfeccionen constantemente. Es relevante mencionar, que los profesores deben perfeccionarse en sus áreas o subsectores, esto ampliará su espectro metodológico y facilitará la didáctica en el aula.
3º Alumnos que actúen como alumnos. Estudiantes que estudien, que conozcan y apliquen métodos de estudio, que sean disciplinados en el aula y que respeten a quienes los guían académicamente en el aula. Estudiantes preparados para el futuro, pero viviendo de forma seria y responsable su presente académico.
4º Padres comprometidos. Los padres deben "acompañar" a sus hijos en su proceso estudiantil. Esto no significa que los padres deban enseñar a sus hijos, responsabilidad directa de docentes, pero sí se entiende que los padres y/o apoderados deben apoyar, guiar, reforzar social y culturalmente a sus hijos desde el hogar. Un alumno que cuenta con el apoyo de sus padres, es un alumno que sorteará cualquier obstáculo académico.
Los expertos en políticas públicas (Cox, García-Huidobro, Donoso et al), los principales modelos de gestión educativa (SACGE, F. Chile, etc.) refuerzan los párrafos anteriores. Comunidad que actúa unida, aprende y progresa en calidad y efectividad.
Para que sean uno en el seno de la familia... Para que sean uno al interior de la escuela... Para que sean uno en las políticas educacionales de Chile.
Ut unum sint!
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