viernes, 16 de julio de 2010

Revolución escolar desde la sala de clases.

"Necesitamos una revolución educacional en la sala de clases" decía con fuerza y convicción el Ministro de Educación, Joaquín Lavín Infante, el martes recién pasado (13-07-'10) en el foro ICARE "La Buena Educación". Con estas palabras anunciaba la "revolución" estratégica que su cartera planifica para los próximos años en las escuelas chilenas, principalmente en las de pertenencia municipal.


Y si seguimos el simbolismo del secretario de estado, hablar de revolución es referirse necesariamente a cambios o transformaciones radicales respecto al pasado inmediato de la educación en Chile. Y ¿Cómo ha sido el pasado educativo en Chile? ¿Han ocurrido aprendizajes significativos en las aulas chilenas en las dos últimas décadas? Primero, debemos reconocer que ha habido una inversión fuerte en educación las dos últimas décadas, pero estas inversiones no se han enfocado en la calidad de la educación. Nuestro estado subsidiario ha hecho inversiones tremendas en infraestructura, en mobiliario escolar, textos para los estudiantes, laboratorios de computación, laptops para los niños más vulnerables, entre otras iniciativas muy loables. Pero tristemente, se olvidó de subsidiar lo más importante: una educación de calidad.


Los últimos resultados SIMCE muestran claramente que la educación en Chile es un fiasco en la mayoría de las escuelas, principalmente en los establecimientos municipalizados y particulares subvencionados donde el alumnado pertenece a los sectores más pobres de la sociedad. La pobreza va unida a la ignorancia en Chile, ergo, si queremos salir de la pobreza necesitamos revolucionar el aula ad intra para que los resultados se reflejen ad extra en las personas, en las familias y en la sociedad.


El Ministro expuso 7 puntos que plantean, desde la perspectiva de su cartera, una solución eficaz a la realidad de la educación en Chile. Los puntos son los siguientes, a los que he agregado un comentario propio:


1. Más recursos y que vayan directo a los colegios. Este cambio es esencial, pues si bien es cierto, se multiplicó por 7 el gasto en educación los últimos 20 años, el eficacia de este esfuerzo se ha diluido como la sal en el agua. Los recursos deben ser entregados a los colegios de forma directa. La escuela sabe dónde puede y debe invertir para mejorar los aprendizajes. Ellos conocen la realidad de los grupo-cursos, las necesidades metodológicas y la implementación que haría de ésta última un medio efectivo en el logro de aprendizajes significativos.


2. Vía rápida a la movilidad social. Más que liceos de excelencia o jóvenes de élite en liceos de élite, la educación chilena necesita una nivelación en los aprendizajes que cada estudiante "debe" conocer. ¿Será beneficioso para la sociedad separar aún más a los buenos de los malos estudiantes? ¿Es bueno crear guetos del saber? Tal vez sería mejor crear liceos técnicos de excelencia, siguiendo la formación dual que se estila en Alemania y evitar así que tantos jóvenes lleguen a universidades de pésima calidad, compren un título y luego sufran por no encontrar trabajo. Movilidad social en educación se relaciona a meritocracia, sacrificios personales y a la virtud de la estudiosidad.


3. Profesores en la ruta de Finlandia. Considero que los candidatos a la profesión docente deben ser personas con verdadera vocación de servicio, con una formación inicial docente de primera calidad, personas preparados cognitivo-epistemológicamente hablando, que posean metodologías variadas, que gocen de las competencias necesarias para ser un profesor de calidad. También es importante hablar del sueldo de los profesores y que dentro de ese salario se considere una cantidad para perfeccionamiento relevante a sus actividades profesionales como magistraturas presenciales o investigaciones que fortalezcan su trabajo en el aula.


4. Rol clave de los directores. El director debe ser un líder, pero se le debe dar más facultades en los establecimientos de dependencia municipal. Si pudiese despedir a los incompetentes, el nivel de logro del proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula sería mayor. ¿Cuántas generaciones de estudiantes han perdido cientos de horas por estar encabezados por malos profesores? Los directores deben estar facultados, cuando hubiere razones de peso, tomar decisiones de despido frente a profesores que no son competentes. El aprendizaje que debe ocurrir al interior del aula pasa por buenos profesores, pero también ocurre por la injerencia de un buen director encabezando el proceso a nivel escuela.


5. Introducir una cultura de pruebas y evaluaciones. En Chile es obligatorio aplicar la prueba externa SIMCE. Desde hace algunos años, muchos colegios se someten libremente a pruebas externas como la PCA, pero la mencionada prueba tiene un precio que no está al alcance de todos los establecimientos. Sería interesante que existieran consultoras que aplicaran de forma externa pruebas de nivel para 2º, 4º, 6º y 8º básicos y para 2º medios. Estos resultados, por curso y por alumno, serían de gran utilidad para la escuela, el equipo directivo y los profesores, a fin de tomar decisiones a tiempo con respecto a los aprendizajes en todos y cada uno de los estudiantes.


6. Involucrar a las familias. Creo que esta es una de las variables más difíciles de alcanzar. La escuela está hecha para enseñar a los estudiantes y no para verificar que los padres se preocupen de la continuación de los estudios de sus hijos en la casa. Los padres estarán involucrados en la educación de sus hijos, en cuanto sus propios padres lo hayan estado cuando ellos fueron estudiantes. Muchos apoderados dejan a sus hijos en el colegio por la mañana y no los ven hasta altas horas de la noche ¿Cómo podrían influir en la formación académica de sus hijos si son padres ausentes? ¡El celular no es la solución!... perdón por la ironía. Y finalmente, el ministro plantea:


7. Disciplina, rigor y esfuerzo. Estas virtudes se enseñan en casa. No existe virtud que se pueda enseñar en el pizarrón. El día a día nos enseña a ser disciplinados, a ser esforzados, a aplicar rigor y constancia en nuestros estudios. El profesor está hecho para enseñar, pero como dice el doctor Angélico: “nemo dat quod non habet” (nadie da lo que no tiene) o como decía un cura amigo: “lo que no da la naturaleza, la gracia tampoco” (refiriéndose a la gracia sobrenatural). La formación íntegra de un estudiante parte en su casa, con el ejemplo de sus padres.


Revolucionaremos el corazón del aula cuando tengamos una metodología variada, una formación inicial docente de calidad, salas de clase con un máximo de 25 estudiantes (y no de 45), padres preocupados en sus hijos y alumnos interesados en aprender. Que los esfuerzos del presente gobierno tengan frutos significativos en la educación chilena, que Dios nos ayude y que el innombrable se haga el sordo.


* Santo Tomás de Aquino (1224-1274 a.D.)

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